sábado, 24 de abril de 2010

La muerte.

La muerte deambula fría y serena

Como otoño de lira sin cuerdas,

Como acto de una función acabada.

 

Desde ese rincón le miro,

Y contemplo su majestuoso accionar

Como rompecabezas maldito

En un malhumorado desempeño de encaje.

 

Explico el aterrante delirio con un grito sordo y un sonar mudo,

Como un clavijero que detona la tensión

De una cuerda que muere en la linealidad inesperada,

Por un resorte tajante y deja dos extremos semifríos,

Y a su vez grises.

 

Como acto reflejo de un péndulo que se mueve,

Y no vuelve, de lo rosa que se vuelve blanco,

Como nieve en ceniza, como asco en recuerdos,

Como mucho en mucho.

 

Hoy ha visto mis ojos la muerte, y demuestro respeto

Y angustia a la terrorífica suerte de la amada, que sin morir sus sueños

Termina sugestionando la peor de las muertes, la muerte de amor.

 

Recuerdos quedan en la mente, como palabras que nunca fueron dichas

Pero espera a la luz plena, que un día se encontrará contigo

Y vivirán las cosas que un sueño pronóstico, en tu vida.

Hoy ha venido la muerte, y ese recuerdo somnoliento

Apela a la realidad de tu mortífera vida,

Y vives en plenitud nuevamente,

Con el que te dio la vida, amor y alegrías,

Sin estar ningún segundo muerto,

Sino viviendo una nueva vida

En el azul del cielo.

 

Que dios te Bendiga.

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