sábado, 24 de abril de 2010

La muerte.

La muerte deambula fría y serena

Como otoño de lira sin cuerdas,

Como acto de una función acabada.

 

Desde ese rincón le miro,

Y contemplo su majestuoso accionar

Como rompecabezas maldito

En un malhumorado desempeño de encaje.

 

Explico el aterrante delirio con un grito sordo y un sonar mudo,

Como un clavijero que detona la tensión

De una cuerda que muere en la linealidad inesperada,

Por un resorte tajante y deja dos extremos semifríos,

Y a su vez grises.

 

Como acto reflejo de un péndulo que se mueve,

Y no vuelve, de lo rosa que se vuelve blanco,

Como nieve en ceniza, como asco en recuerdos,

Como mucho en mucho.

 

Hoy ha visto mis ojos la muerte, y demuestro respeto

Y angustia a la terrorífica suerte de la amada, que sin morir sus sueños

Termina sugestionando la peor de las muertes, la muerte de amor.

 

Recuerdos quedan en la mente, como palabras que nunca fueron dichas

Pero espera a la luz plena, que un día se encontrará contigo

Y vivirán las cosas que un sueño pronóstico, en tu vida.

Hoy ha venido la muerte, y ese recuerdo somnoliento

Apela a la realidad de tu mortífera vida,

Y vives en plenitud nuevamente,

Con el que te dio la vida, amor y alegrías,

Sin estar ningún segundo muerto,

Sino viviendo una nueva vida

En el azul del cielo.

 

Que dios te Bendiga.

sábado, 17 de abril de 2010

Destino común para todos los pecadores.

Destino común para todos los pecadores.

Sigo con la templanza de un niño que recorre sus pequeños recuerdos,

Y no hallo la verdad infinita del porque de las cosas, o el cómo.

En efecto sólo siento en mis letras imprecisión y confecciones equivocas,

Como el sastre que desea crear a su voluntad la muñeca de porcelana en forma de trapo.

Y realizo en mi mente la mejor de las virtudes “pensar”, pero las gotas de pesar…

Ahogan en el interior las llamas de un poema, no inspirador, si no surgido a la fuerza,

Como dictado bajo la ley del tormento, comprometiendo así, la angustia de los soñadores.

Por esto me digo abrazando el chaleco de mi solemne mirada blanca, azul y roja.

Tiempo al tiempo: los errores cometen eso, errores y solo permiten en el corazón,

Mantener indigestada la ilusión de la sociedad que espera la luz, sin embargo.

Esa visión no la da el cambio, el cambio lo da uno, y hermoso cambio es el que he vivido,

Un cambio de amor por juego, sino juego por amor, eso da lo mismo el camaleón mimetiza,

Si es amor por juego, tendremos sofocado al amor en la mala suerte, sin embargo.

Si es juego por amor, seremos lo reales soñadores que manejan a los demás en hilos de viveza.

Así está el juego, moneda de frutilla que alza las cordilleras en la bolsa de un presidente,

Que solo vela por el bien común de un ciempiés u oruga, o lechuza regordeta que tiene el fin,

De tomarnos la cola o desprevenidos, y comernos de zampada en zampada, hasta los huesos.

E involucrar “todo bien” como acto sonoro de un mentiroso, ¡como mascara de Nietzsche!,

O como sonido estrepitoso de alegría, cuando la poesía vomita serena en el bar la resaca

De un deseo generalizado.

Por favor devuelve mi país en paz, lo mataras en cuatro años y en los que vienen tendré la suerte de velarlo.

Dejando así para siempre el chaleco tricolor, y una vez más lo abrazaré a mi gana

Dándole mi sol de luz y verdad, del pueblo que espera.

Alberto Cifre.

domingo, 4 de abril de 2010

Explico mí lamento.

Explico Mi Lamento.


Entre sofocos y confusiones indirectas… me veo sumergido.
Cuando se despertó en la mañana mi invitación inspiradora.

Mi alma. La correccional de mis suspiros, comenzó a llorar con sueños,
Y me dije: ¿Por qué lloras en la vida de una mañana tan hermosa?
Y ella me respondió en la serenata de un bolero sombrío,
Lo bello es dulce en la mañana, pero cuando el día transcurre, la noche acomoda a los gatos.
Y cuando comenzó este escenario trágico… pude tomar la cicuta de tu verdad… alma mía.
Grite “hiel y empalago de un sueño que no viene”, y me permití soñar lo que no vino.
Y con lamento, tome mi sueño y comencé a caminar al borde del cambio,
Hasta que dije desconsolado, moriré en cuatro años, y la poesía con él.

Lastarria y Mackenna, lloran en la alegoría de un cambio, sombrío y terrible,
Y tú me dices finalmente ¡es para mejor oh!, mejor para el que tiene, y mejor para el que sueña…
Y Volví a plegar mi sueño, y dije: sueño y sueños…
Y yo… sueño tan diferente, ante la alergia demagogica del mentiroso.


Por esto dije, el sueño que tengo, no es el cambio de él,
Sino el cambio del pensamiento, cambio de mente, cambio de cambios.
Me refiero hermanos míos al alma del poema, a la libertad del soñar.
A vivir en la plenitud, para soñar con un sueño verdadero, y así por fin esbozar una sonrisa.
La sonrisa del saber, del amar y del progresar.